El juego de pelota mantuvo su importancia en la mayor parte de Mesoamérica durante el post clásico e incluso hasta la conquista.
Al instalarse en Mesoamérica, los españoles del siglo XVI, desde que presenciaron los juegos de pelota en México, quedaron fascinados por el rebote y el movimiento de las pelotas de hule, entonces inexistentes en Europa.
Se han encontrado más de 2,500 canchas para el juego de pelota en distintas zonas arqueológicas en la región. En México está la mayoría, y entre las más importantes se ubican en las ruinas de Tenochitlán, Monte Albán y Chichen-Itzá.
Algunas crónicas de la época de la conquista de los españoles en México relatan que el objetivo del juego era mantener la pelota en movimiento constante, lo cual era parte de su significado cosmológico: la pelota, como todo su entorno, no paraba.
En la mayoría de los sitios, estas canchas para el juego de pelota ocupan una posición baja, al pie de los edificios mayores, lo que muestra la importancia que tenia para la sociedad de aquel entonces.
El juego de pelota se ha interpretado en términos sociopolíticos e ideológicos. Actualmente, los equipos deportivos son más importantes para desarrollar un sentimiento de identidad comunitaria que oscurece u opaca otras diferencias sociales como la etnicidad o la clase social.
Esta exposición evoca a la figura circular y reflexiona sobre la diversidad de ambientes y de culturas en donde se practicó el juego de pelota en México como parte importante de la vida social, política y económica de las culturas indígenas.
Los rituales del juego eran dedicados principalmente a asegurar el ciclo vegetal, que se relacionan fundamentalmente con el agua y la fertilidad de la tierra.
El mundo entero voltea hoy las miradas a Catar para ver cómo gira la pelota en el juego más hermoso del planeta.
SELVADE LA COLECCIÓN POSTALES CIRCULARES
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